Hay apuro en el oficialismo tucumano. Están acelerados en lo electoral y, por ende, por el significado político de sus definiciones. Apuro del gobernador interino, Osvaldo Jaldo, por firmar el decreto 3.404 convocando a comicios provinciales -adelantando del 4 de junio al 14 de mayo la votación-; apuro del PJ por renovar sus autoridades -anticipando en un mes la votación interna para el 18 de febrero- y un sorpresivo apuro del jefe de Gabinete, Juan Manzur, para que la Corte Suprema de Justicia de la Provincia defina lo más pronto posible si puede ser candidato a vicegobernador en 2023. Tenía por delante bastantes días para encarar el trámite judicial, pero acortó los tiempos y avanzó presuroso con un recurso de amparo ante el máximo tribunal.
La dupla que conduce al justicialismo tiene apuros diferenciados, aunque una misma meta conjunta: retener el poder el año que viene. Estimaron que adelantar la elección provincial a mayo fue lo más conveniente a tal fin, no sólo porque se despegan de la influencia electoral negativa que tendría la gestión nacional, sino también porque ponen en aprietos a la oposición, especialmente a Juntos por el Cambio, aún atrapados en la discusión sobre el mecanismo de selección de candidatos a usar: encuesta, consenso o interna cerrada. Es clara la estrategia del Gobierno: tratar de fracturar y dividir a la coalición opositora para reforzar sus propias chances de mantenerse al frente del Poder Ejecutivo. Al apuro del oficialismo pareció responderle la propia Junta Electoral provincial, ya que ayer oficializó el cronograma para la elección; allí se puede observar que a los opositores sólo le quedan entre 120 y 150 días para hacer internas cerradas y para presentar sus candidatos. El calendario empieza a deshojarse. Y en Juntos no pueden estar más separados.
Juan Manzur: “Mi partido pensó en mí como candidato a vicegobernador”Por de pronto quien usufructúa el momento político es el intendente, Germán Alfaro (PJS), que al anunciar que hará un planteo en contra de las pretensiones de Manzur se expone como el único opositor que sale a dar batalla al oficialismo, y que no se queda en el discurso sino que pasa a la acción. El jefe municipal no desaprovecha ocasión alguna pensando en sus propios intereses a futuro. Hace una diferencia.
Manzur, candidato a vicegobernador: ¿qué dice la Constitución de Tucumán sobre las reelecciones?¿Por qué los apuros en el oficialismo? El de Jaldo es obvio: quiere ser gobernador lo más pronto posible y, desde ese cargo, aunque no lo diga porque es inconveniente a los fines de la unidad que se viene proclamando desde la cúpula, manejar al peronismo tucumano. No es una novedad, lo impone el gen verticalista que anida en el movimiento justicialista. Las conducciones bicéfales mostraron que deben estar muy aceitadas para que funcionen, pero son antinaturales en el peronismo.
Sin embargo, el apresuramiento por adelantar la votación para renovar las autoridades de todos los cuadrados partidarios del PJ del 11 de marzo al 18 de febrero fue una decisión consensuada por el binomio. Tiene sentido que así ocurriera. Fue un mensaje hacia la tropa, para que los compañeros entiendan que hay que encaminarse unidos al proceso electoral: manzuristas y jaldistas tras el mismo propósito; continuar en el poder apuntalando la fórmula Jaldo-Manzur, la mejor que puede ofrecer el PJ para que se verifique la letra de la marcha peronista: todos unidos triunfaremos.
Manzur acude a la Corte de Tucumán para ser candidato a vicegobernador en las elecciones de 2023¿Y el apuro de Manzur por ir a la Corte? Se diría que al plantear un recurso de amparo, que es de rápido tratamiento, el jefe de Gabinete efectivamente quiere ser candidato a vicegobernador. ¿De Jaldo? En la reciente reunión del consejo provincial del PJ se deslizó que no había candidatos seguros, desde ayer lo único seguro es que Manzur quiere ser vicegobernador nuevamente, un puesto que ya conoce secundando a José Alperovich (2007-2011/2011-2015), a partir de acudir a los tribunales.
El futuro político de Manzur quedó en manos de la Corte Suprema, ya que según lo que resuelva el alto tribunal -integrado por cuatro ex funcionarios del oficialismo- se le abrirán o se le cerrarán puertas. Si le dicen que sí, puede acompañar al tranqueño en la fórmula, según se viene pregonando en el oficialismo.
Manzur tiene 90 días para decidir si será el vice de JaldoSin embargo, también puede elegir otro candidato a gobernador. ¿Estará sellado el acuerdo entre ellos como para descartar que Manzu se vaya tentar y a amenazar con poner un postulante propio a gobernador? Hacer la “gran Cristina”. ¿Puede estar tranquilo Jaldo? Sólo ellos tienen la respuesta.
El apuro de Manzur por presentar el amparo en la Corte abre muchos interrogantes, tantos como las sospechas sobre lo que puede ocurrir si la Corte entiende que la Constitución habilita, por emisión, a Manzur a ser candidato a vicegobernador.
Bien podría resolver, por aquello de que las bibliotecas se dividen de acuerdo a los intereses de los involucrados, que la Carta Magna no fue clara en este punto y que, efectivamente, no le corresponde ser postulado a la vicegobernación. Todo depende de la interpretación de los jueces.
Si no puede aspirar al cargo, ¿él pondrá a un manzurista en la fórmula del Frente de Todos? ¿A la diputada nacional Rossana Chahla? Se pueden hacer mil conjeturas, lo cierto es que la suerte de Manzur está en manos del fallo de la Corte.
Jaldo y Manzur hablan de unidad, pero no de la fórmulaEn el medio del proceso, además, hay un aspecto que no se pone en evidencia en el justicialismo, pero que no se puede obviar, y que hace a la conducción del espacio: la condición de verticalistas que prima en la dirigencia peronista. En la sede partidaria aparecieron carteles con las leyendas “Manzur conducción”. No son inocentes. Si se ahonda en el concepto político que trasunta, más que unir puede generar desconfianzas.
¿Manzur pretende, si es vicegobernador, seguir conduciendo el espacio desde la Legislatura como presidente del PJ? La pregunta que sigue cae por su propio peso: ¿cuál será el rol de Jaldo? Lo que se puede afirmar es que el tranqueño, seguramente, no querrá ser una suerte de Alberto Fernández.
Los apuros dicen muchas cosas en el peronismo. Hay que prestarle atención a las entrelíneas, que revelan mucho más.